La Pantalla es mi Diosa, pues rezo delante de ella cada día. Cada día me recomforta, cada día cumple mis sueños, cada día me deslumbra.
Juega conmigo, compone música para mí... y yo la odio, y la amo, y la idolatro.
Consume mi vida y mi tiempo, me retiene entre las paredes de mi casa. Pero ella me ama: no me juzga, no me agobia, no me arranca el corazón.
Puedo dejarla cuando quiera, puedo maltratarla, puedo venerar a otra diosa más grande y más hermosa... y ella no dejará de querereme, así de bondadosa es.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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